El nombre de este estilo deriva de un personaje de caricatura, » Papá Biedermeier», burgués bonachón y bien alimentado del siglo pasado.
Refleja con absoluta fidelidad a quienes fueron sus principales adeptos: la clase media alemana y austríaca.
Aunque el Biedermeier es característico del romantisismo burgués de Alemania y Austria, también gozó de aceptación en Inglaterra, Dinamarca y Rusia. No se limitó a la clase media burguesa, en la que causó furor; los nobles y aristócratas lo incluyeron, en dosis menores en sus casas. Se desarrolla entre 1815 y 1848, paralelo a los estilos Imperio y neoclásico Inglés. Sus mejores diseños se produjeron en los años 1820-1830; a partir de ahi se inicia su decadencia con la inclusión de piezas turcas, persas, chinas… algunas de pésimo gusto.
Este estilo se caracteriza por su sencillez, austeridad y elegancia sin pretensiones, asi como por la atención que se presta a la utilidad y comodidad.
Los elementos ornamentales de paredes y techos eran de formas estrictas y sobrias. Triunfaron el papel pintado, los colores intensos, las cretonas estampadas y alegres, el organdi y, hacia el final, el terciopelo y la pana.
El mobiliario se realizaba con maderas nacionales: peral, cerezo, nogal, caoba, fresno de Hungría, etc., que dejaban en su tono natural. Algunos reúnen varios tipos de madera en una misma pieza; otros eran de caoba chapada. Eran frecuentes las incrustaciones, los adornos de latón y los dibujos pintados mediante plantilla. Las patas y los respaldos eran curvos; los asientos en forma de lira, abanico, medallón o de hoja acanto. Adquirieron mucha importancia el sofá y el escritorio-secretaire, este de carácter rectilíneo.
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